jueves, 4 de agosto de 2011
Laberintos de la Razón
El amor, la comprensión y la solidaridad se convierten en elementos indispensables para los autistas
Por: Tania Rivero Bacallao – Salud y Ambiente, #41 – Semanario Internacional de Prensa Latina
Múltiples son las hipótesis planteadas por especialistas del mundo acerca de los orígenes del autismo, no considerado una enfermedad, sino un desajuste de las funciones cerebrales que afecta a 2 a 10 personas por cada 10 mil habitantes y en el sexo masculino es cuatro veces superior.
Las opiniones en este campo están divididas, muchos plantean que se trata de una predisposición genética y otros consideran que la génesis es el resultado de rupturas producidas en el cerebro durante la etapa embrionaria.
Sin tener en cuenta la raza ni el nivel social, este trastorno presenta entre sus rasgos característicos el aislamiento, problemas cognitivos, comunicativos, sociales y del comportamiento, unidos a dificultades con la expresión verbal y no verbal, la imaginación, los intereses, el apego a rutinas específicas y una marcada preocupación por determinadas partes o detalles de los objetos. Signos que aparecen alrededor de los tres años y persisten a lo largo de la vida.
Durante la infancia su destreza en la retrocede prematuramente y abruptamente, no siempre interpretan de manera correcta el tono de voz, hablan "cantando" e incesantemente sobre limitados temas de su predilección, sin importarles si los escuchan; no responden por sus nombres y al referirse a ellos se mencionan a si mismos, en lugar de utilizar el "yo" o el "a mí", habituales a esas edades.
Prefieren estar solos, evitan mirar a otras personas y observar sus caras en busca de señales aprobatorias de la conducta a seguir en determinados momento; además, no captan los intereses de quienes les rodean, parecen estar ajenos a los sentimientos de los demás y del impacto negativo producido por su actuación.
Con frecuencia se tornan irascibles y llegan a autoagredirse, golpeándose la cabeza o mordiéndose. Adoptan patrones muy reiterativos e inusuales, como enrollarse el pelo y balancearse ininterrumpidamente, rutinas difíciles de cambiar y que constituyen un desafío para quienes están en su entorno familiar y social.
En algunos casos no reaccionan de forma adecuada a los sonidos, al tacto u otros estímulos sensoriales, muchos presentan una reducida percepción del dolor y se manifiestan en extremo susceptibles a ciertas emociones; expresiones que pueden constituir la causa de su resistencia a ser abrazados o tocados, hasta por los más allegados y la propia madre.
Un reducido grupo de autistas son considerados "savants", personas con facultades limitadas, pero con aptitudes excepcionales en campos como la música, las matemáticas, el dibujo o la visualización. Estas peculiaridades representan hasta nuestros días una interrogante para la comunidad científica internacional.
A pesar de no existir una cura para el autismo, con tratamientos o terapias aplicadas lo más temprano posible, muchos de los síntomas en los niños mejoran ostensiblemente, ayudándolos a fomentar habilidades del comportamiento, el lenguaje y permitiendo elevar su calidad de vida.
El amor, la comprensión y la solidaridad se convierten en elementos indispensables para los autistas, cuyo mal, a pesar de ser una incógnita para la ciencia, que no descansa en su objetivo de lograr nuevos métodos que posibiliten su mayor adaptación, comunicación y convivencia para integrarlos plenamente a la sociedad.