Diciembre 3, 2010 - 06:45 (nmedina)
La mayoría son personas pobres, sin acceso a los servicios básicos de salud, educación y mucho menos a programas de rehabilitación / Otras cifras divulgadas por la OMS y el Banco Mundial precisan que el 3% de la población mundial padece discapacidad intelectual
Más de 600 millones de personas, aproximadamente el 10% de la población del planeta, viven en el mundo con algún tipo de discapacidad física, intelectual o mental, de acuerdo con estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La agencia de noticias Prensa Latina, reseñó este viernes que el 80% de estas personas, residen en los países de más bajos ingresos. La mayoría son personas pobres, sin acceso a los servicios básicos de salud, educación y mucho menos a programas de rehabilitación.
Su principal función en la vida es tratar de sobrevivir a toda costa y satisfacer, aunque sea precariamente, necesidades esenciales como la alimentación y la vivienda.
La OMS ha reconocido, además, el creciente incremento mundial del número de personas con discapacidad, debido a factores como las guerras, en primer lugar, las minas terrestres que explotan aun en tiempos de paz, el VIH-Sida y la malnutrición.
Le siguen en orden de importancia las enfermedades crónicas, el abuso de sustancias como las drogas y el alcohol, accidentes, degradación del medio ambiente, crecimiento de la población, envejecimiento y progresos médicos que prolongan la vida.
Esa tendencia al crecimiento genera una exigencia considerable para los programas de salud y rehabilitación, según definen los expertos.
En los últimos tiempos, el tratamiento o el abordaje de la discapacidad, han afrontado cambios notables con la sustitución de vergonzosos enfoques y valores arraigados secularmente en distintas culturas y sociedades, con nuevos conceptos basados en la ciencia y el humanismo.
Desde 2008 se dispone de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad como un instrumento de vital importancia no sólo global, sino para la puesta en práctica de las necesarias y urgentes políticas nacionales.
La ONU reconoce que los estados nacionales tienen responsabilidad primordial en el cumplimiento de programas a favor de trato justo, humano, igualdad de oportunidades, acceso a educación, salud y rehabilitación de las personas discapacitadas.
Y aunque la ciencia hoy establece que no siempre la discapacidad está asociada a una enfermedad, sugiere que cuando esta aparece en la niñez, lo ideal es ofrecer tratamiento en las edades más tempranas. Con ello se reducen las limitaciones en el desarrollo de esas personas y a largo plazo el costo por los servicios sanitarios.
Los más vulnerables
Nadie ignora hoy día que entre las derivaciones más trágicas de la pobreza está la discapacidad humana.
Otras cifras divulgadas por la OMS y el Banco Mundial precisan que el 3% de la población mundial padece discapacidad intelectual.
Este reporte indica que de ella, el 70% vive en los países en desarrollo. A su vez, un poco más del 40% es muy pobre y no tiene ningún acceso a programas de rehabilitación.
El drama de las naciones en desarrollo y las más pobres es la carencia de recursos financieros e infraestructura socio-económica para poder sostener programas adecuados de atención.
Con sistemas sanitarios deprimidos o casi inexistentes, deficiente educación y todavía en lucha por un desarrollo sostenible que parece una utopía, el problema de la discapacidad va quedando al final de una interminable lista de problemas graves a resolver.
En África, un continente sacudido por hambrunas, intensas sequías e inundaciones y conflictos bélicos, que generan desplazamientos de grandes grupos humanos y el incremento de enfermedades como el Sida, malviven a duras penas unos 80 millones de discapacitados.
Es verdad que varios países africanos han firmado la Convención de la ONU sobre el tema e intentan llevar a cabo programas, con el apoyo de instituciones y organizaciones no gubernamentales.
Sin embargo, el esfuerzo parece perderse como una aguja en el pajar de situaciones sociales y humanitarias de extrema gravedad.
En Asia, continente densamente poblado, los estimados sobre las víctimas de las discapacidades son contradictorios y no pueden cristalizar, según expertos.
Sí se sabe que también son millones, y algo muy preocupante, en esa región es notorio el incremento de afecciones auditivas que causan limitación, posiblemente debido a enfermedades infecciosas o de origen genético, causadas por prácticas culturales ancestrales.
América Latina: Abiertos a la esperanza
Las cifras abrumadoras y el dolor que todavía generan la discriminación, la pobreza y la falta de oportunidades que hoy golpean a millones de discapacitados, no deben llevar a la paralización y el pesimismo. Se pueden cambiar las cosas, si hay políticas gubernamentales responsables. A continuación un ejemplo muy esperanzador.
En una región geográfica como América latina y el Caribe, donde se calcula existan unos 42 millones de discapacitados, en los últimos tiempos se ha visto un accionar que pudiera convertirse en modélico.
Y es que políticas creadas por los gobiernos de Bolivia, Ecuador y Nicaragua, han venido realizando estudios masivos, al interior y lo más intrincado de sus respectivos países, con la ayuda de especialistas de Cuba y Venezuela.
Son investigaciones profundas, integrales y costosas de la evolución de la discapacidad y la genética, que no terminan en las conclusiones científicas y la recopilación estadística.
Son la piedra angular de programas de inclusión y justicia social en torno a las personas discapacitadas, tradicionalmente olvidadas y preteridas. Ya los necesitados han comenzado a recibir los beneficios.
Las llamadas misiones Manuela Espejo, Moto Méndez y Todos con Voz, en Ecuador, Bolivia y Nicaragua, respectivamente, no tienen precedentes y abren un rayo de esperanza respecto a lo que puede lograrse cuando hay voluntad política, a pesar de la inmensidad de los problemas y de la tarea por hacer.
Realidad venezolana
En Venezuela, esta realidad no es distinta. La Misión José Gregorio Hernández y la creación de un Consejo Nacional para las Personas Discapacitadas (Conapdis), han permitido la inclusión y la mejora en la calidad de vida de quienes viven con alguna discapacidad en el país.
Actualmente, entre otros proyectos para el beneficio de esta población, se desarrollan planes para avanzar en la integración laboral y formación de las personas con discapacidad, de acuerdo con lo establecido en la normativa venezolana, que define los derechos de este sector.
El Conapdis, cuenta con centros para formar a personas con discapacidad, y con ello permitir su integración al sector laboral, así como proyectos para crear cursos y diplomados universitarios.
El proceso de integración laboral significa que las empresas y su personal deben facilitar el acceso a los espacios y la comunicación de las personas con discapacidad, mediante mecanismos didácticos y tecnológicos como el lenguaje de señas y la adecuación de los espacios arquitectónicos, en cumplimiento de las normas Covenin, que permitan eliminar barreras en el desplazamiento y comunicación de las personas con discapacidad.
En el censo de población que se realizará en 2011 en el país se incorporaron renglones que permitirán conocer la cantidad de personas con discapacidad y cuántas están incluidas en el sector laboral en Venezuela.
(VTV/AVN)